
Las vacunas han sido una de las herramientas más útiles para lograr disminuir la mortalidad infantil. Sin embargo, los beneficios de las vacunas para los niños menores de un año son dispares. Debido a que el sistema inmune neonatal es inmaduro, el inicio de la mayoría de las vacunas programáticas es entre las 6 y 8 semanas de vida, lo que determinan que adquieran protección entre las 14 semanas y 6 meses de edad. Esto explica que sean los lactantes de 3 a 6 meses los que presentan la mayor carga de enfermedades inmunoprevenibles. Otro grupo vulnerable son las embarazadas, quienes presentan mayor morbimortalidad por enfermedades como la influenza, como ocurrió durante la pandemia de influenza H1N1 del 2009. Posterior a la implementación masiva de vacunación antiinflueza, se comprobó su seguridad y eficacia durante la gestación.
La inmunización materna puede proteger a la madre contra las infecciones prevenibles por vacuna y al recién nacido mediante el traspaso de anticuerpos específicos al feto. Afortunadamente, los controles de salud regulares durante el embarazo, hacen que la implementación de la vacunación durante este período sea accesible al sistema de salud.
Al momento de planificar un embarazo, las mujeres debieran confirmar ser inmunes frente a las enfermedades infecciosas que pueden significar un riesgo tanto para ellas, como para su hijo. De lo contrario, es el momento ideal para recibir ciertas vacunas, que pudieran estar contraindicadas durante la gestación. Estas incluyen: sarampión, rubéola, parotiditis y varicela. Además, deben tener un esquema primario contra tétanos, difteria y tos ferina.
INMUNIZACIÓN DURANTE EL EMBARAZO
No hay evidencia de resultados adversos en el embarazo o el feto/recién nacido por la vacunación de mujeres gestantes con vacuna inactivada contra virus, bacterias o toxoides. Por lo tanto, el embarazo no debe impedir que las mujeres reciban las vacunas que están médicamente indicadas. Las vacunas vivas pueden presentar un riesgo teórico para el feto. Sin embargo, existe abundante literatura disponible que describe la seguridad de las vacunas vivas atenuadas, incluidas las vacunas contra la rubéola monovalente, las vacunas combinadas contra el sarampión, rubéola, parotiditis (SRP) y la vacuna oral contra la poliomielitis (OPV), no informándose efectos adversos significativos para el feto después de la administración de estas. Por lo tanto, la contraindicación de la vacuna SRP se considera una medida puramente precautoria.
Los beneficios de vacunar a las mujeres embarazadas superan los riesgos potenciales de exposición a una infección particular a la madre o al feto. El uso de vacunas seleccionadas en el embarazo es un aspecto importante de la atención prenatal, que no solo mejora la salud materna, sino que también beneficia al neonato. A pesar de esto, existen barreras para la vacunación. El personal de salud, que atiende a las mujeres embarazadas, es fundamental para poder aumentar la aceptación materna a las vacunas. Al no ofrecer la vacuna, ya sea por temor a las demandas o por el desconocimiento de las recomendaciones y de la evidencia, pierden una oportunidad única de prevención. Un estudio realizado en
España mostró que la razón más importante para no recomendar vacunas durante la gestación fue la preocupación relacionada con los eventos adversos, seguido por la falta de experiencia en la prescripción de estas. Dado que los obstetras son percibidos como los profesionales más confiables por las embarazadas, estos no deben perder la oportunidad de recomendar las vacunas, considerando que sus indicaciones no solo serán beneficiosas para la madre, sino que también influirán en la percepción posterior para vacunar a sus hijos, disminuyendo su reticencia.
Se están realizando esfuerzos mundiales para desarrollar, evaluar e implementar nuevas vacunas destinadas específicamente para su uso en mujeres embarazadas en países de ingresos bajos y medios. Dado que es fundamental monitorear la seguridad y la eficacia para garantizar el éxito de los programas y la confianza de los pacientes, se han propuesto sistemas para vigilar y evaluar los efectos adversos que pudiesen presentarse exclusivamente en este período. Un conjunto de 21 definiciones de caso, que incluyen resultados obstétricos (muerte materna en el embarazo, trabajo de parto prematuro, sufrimiento fetal agudo, preeclampsia/eclampsia, hemorragia posparto, hemorragia prenatal, aborto, diabetes gestacional, parto disfuncional, retraso del crecimiento intrauterino) y neonatales (muerte fetal, muerte neonatal, parto prematuro, infección neonatal, malformaciones congénitas, bajo peso de nacimiento, pequeño para la edad gestacional, encefalopatía neonatal, distrés respiratorio, retraso del desarrollo y microcefalia) han sido desarrolladas en el marco del proyecto GAIA (Global Alignment of Immunization Safety Assessment in pregnancy ), con el objetivo de poder comparar y analizar datos de seguridad entre diferentes productos y poblaciones, y así fortalecer los programas de inmunización en mujeres embarazadas.
Las diferentes vacunas y su recomendación en mujeres embarazadas se resumen en la tabla.

En conclusión, podemos decir que la vacunación de la embarazada contra la influenza y la tosfenina es una medida segura y efectiva para proteger tanto a la madre, como al recién nacido en sus primeros meses de vida. Los esfuerzos deben enfocarse en mantener altas coberturas de vacuna contra influenza y mejorarar las coberturas de vacuna contra la tosferina para optimizar la efectividad de estas. Nuevas vacunas para embarazadas (virus respiratorio sincicial y Streptococcus grupo B) se encuentran actualmente en desarrollo.
Fuente: María Verónica Contardo, Vacunación de la embarazada, Revista Médica Clínica Las Condes,Volume 31, Issue 3,2020,Pages 280-286, ISSN0716-8640,
https://doi.org/10.1016/j.rmclc.2020.04.002.
(https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0716864020300365)